“La ciencia es el alma de la prosperidad de las naciones y la fuente de todo progreso”, Louis Pasteur.
El desarrollo científico en los niños empieza desde los primeros años de vida. Cuando la curiosidad despierta es el momento perfecto para encaminar sus inquietudes y así aprenderán a: razonar, analizar, relacionarse con formas, entornos, espacios, así como resolver problemas tanto básicos como complejos. Tan solo necesitas implementar estos cinco pasos en su rutina diaria:
Permite que utilicen su propio criterio por muy sencilla que sea la situación que tengan que resolver. Esto les hará desarrollar un sentido de búsqueda, análisis, nuevas ideas, posibilidades y entender que no existen límites.
La idea es que aprendan jugando y para este fin utiliza trozos de madera, loterías, rompecabezas de diferentes formas, tamaños y números de piezas. Enséñales por medio de canciones o historias las diferentes formas, colores, texturas, tamaños que existen en su entorno.
De por sí todos los niños son curiosos pero hacerles algunas preguntas básicas tales como: ¿qué es esto?, ¿para qué sirve?, ¿por qué es necesario?, etc., les servirán para tener una visión más amplia del mundo que les rodea.
Siempre que tus hijos muestren interés especial por algo, es una oportunidad para convertir la plática en un momento de enseñanza y explicación del proceso científico. Conceptos básicos como: los tres estados en los que se encuentra el agua en la naturaleza, el proceso de desarrollo de las mariposas y para qué sirven los sentidos pueden ser un buen comienzo.
Lo que más disfrutarán será la práctica. Organiza pequeños proyectos en casa para enseñarles los procesos de germinación de las semillas, ir a visitar el bosque, el museo de historia, el zoológico o una granja los harán experimentar más de cerca el conocimiento.
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