Sabemos que el agua es vida; la tierra está cubierta en tres cuartas partes de esta y representa cerca del 60 % de nuestro peso corporal. Lograr un equilibrio entre la pérdida y la ingesta de líquidos es importante para la salud ya que la pérdida del 3 % de agua en nuestro organismo ya se ve reflejado en nuestro rendimiento físico.
Hidratación y deshidratación
Las formas comunes de hidratación son las bebidas varias, los alimentos y el agua que, en conjunto, deben compensar las pérdidas diarias de líquido producido por la orina, las heces, el sudor y el vapor de agua eliminado a través de la respiración y el habla.
El exceso de calor en los músculos producido por el ejercicio es eliminado mediante un proceso en el que el agua transporta el calor hacia la piel para evaporarse en forma de sudor. Así, el sudor también ayuda a enfriar nuestra piel al recibir aire directamente, de ahí que este sea más perceptible y muy refrescante cuando sudamos.
Los efectos de la deshidratación
Entre los efectos identificados por la falta de líquidos o su desequilibrio al hacer deportes están:
El primer síntoma (la sed) suele sentirse al perder el 1 o 2 % de nuestro peso corporal en líquidos. El rendimiento se ve afectado casi inmediatamente después, si no nos hidratamos adecuadamente.
El balance ideal
Una persona debe ingerir alrededor del 3 % de su peso en líquidos diariamente, esto equivale al promedio de 2 litros diarios que generalmente se recomiendan en días de actividad promedio.
Al realizar deportes, se recomienda hidratarse antes, durante y después de la actividad física. Esto propicia una recuperación hídrica, electrolítica y energética eficiente, ayudando a la recuperación del cuerpo.
Pero ¿el agua es suficiente?
El ejercicio produce una pérdida de agua y sales minerales como sodio, potasio, magnesio, cloro y zinc, necesarios para un óptimo rendimiento físico. Reponer estas sales es posible mediante bebidas isotónicas, que aportan líquidos, sodio y energía, ayudando a retrasar el cansancio, evitar lesiones, mejorar el rendimiento y acelerar la recuperación.
La necesidad de este tipo de bebidas dependerá de la intensidad, duración y ambiente en el que nos ejercitemos. Para actividades de baja intensidad o cotidianas, la ingesta de agua puede ser suficiente.
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