El hogar es la primera escuela de los niños. Tú puedes ayudarles a despertar gradualmente sus sentidos para que conozcan sonidos, texturas, sabores, olores y colores.
La curiosidad es una característica muy particular de los niños pequeños que puedes explotar para su enseñanza. Inicia enseñándoles los colores en el momento que su lenguaje empieza a ser más fluido.
Empieza uno por uno
Simplifica el proceso de memorización mostrándoles un color a la vez; comienza paulatinamente por los más fuertes como: el rojo, verde, azul y amarillo.
Repite constantemente de qué tonalidad son cada uno de sus juguetes
Utiliza palabras afirmativas como: ¡qué lindo está el vestido amarillo de esa muñeca! O bien, ¡pateen fuerte esa pelota roja! Agrégale al ambiente otros objetos del mismo color para reforzar el concepto.
Enséñales lo colorido de los alimentos
La hora de comer es perfecta para enseñarles de qué color son sus frutas o verduras favoritas. Incluye el juego del “veo, veo” para que vayan nombrando los objetos por su coloración.
Que empiecen a diferenciar
Cuando hayan aprendido varios colores implementa la técnica de diferenciación. Para ello llena una bolsa con trozos de papel de diferentes colores y pídeles que vayan sacando uno por uno según el color que les vas mencionando.
Utiliza otros recursos como: canciones, cuentos, manualidades, dibujos y todo lo que se te ocurra para que su aprendizaje sea continuo.
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